Un estudio financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, Instituto de Salud Carlos III (DPS2008-06999) y el Consejo Superior de Deportes (21/UPB20/10) y realizado por el grupo de investigación GENUD (Growth, Exercise, NUtrition and Development) de la Universidad de Zaragoza especializado en composición corporal, nutrición y ejercicio físico durante la infancia y adolescencia, sugiere que los efectos de la práctica de ciclismo en la salud ósea dependen de diversos factores, entre los que destacan la intensidad y duración de la práctica. De hecho, es en los deportistas profesionales o aquellos que más horas dedican al ciclismo, en los que se aprecia mayor riesgo de osteopenia y osteoporosis. Por este motivo no se debería recomendar su práctica a personas con riesgo de padecer esta enfermedad a menos que se compagine con otras actividades que proporcionen un estímulo osteogénico adecuado. Este estudio en el que se revisaron de forma sistemática más de 200 publicaciones y que detalla los resultados de 30 trabajos en inglés y español desde 1965, ha sido publicada recientemente en la prestigiosa revista BMC medicine (http://www.biomedcentral.com/1741-7015/10/168); además, ha recibido un comentario del editor (http://www.biomedcentral.com/1741-7015/10/169/abstract) y ha sido también incluida en un importante compendio Advances in Sport Nutrition, Exercise and Medicine.
Los investigadores sugieren que pese a que existe un considerable número de estudios que muestran efectos negativos del ciclismo en la salud ósea, coexisten numerosos factores que median en esta relación. Alguno de estos factores son la edad, el género, la dieta, el perfil hormonal o el estilo de vida. En la revisión se destaca que los principales factores de riesgo asociados a la salud ósea son los relacionados con las horas en bicicleta y la intensidad del entrenamiento.
A partir de los resultados de esta revisión se plantean recomendaciones prácticas: una para los investigadores, a los que se sugieren nuevas líneas de investigación; y otra para los deportistas, a quienes se recomienda que incluyan en sus rutinas de entrenamiento actividades que generen estímulos ostogénicos suficientes para un correcto desarrollo óseo, como los saltos, entrenamientos de fuerza o la práctica combinada con otros deportes de mayor impacto.