INVESTIGACIÓN Y TRANSFERENCIA
INVESTIGACIÓN
Un nuevo algoritmo mejora la identificación del riesgo de muerte súbita cardiaca
Se trata de un método que detecta las variaciones morfológicas de la Onda T en el electrocardiograma, y que mejora el valor predictivo respecto a otros, además de ser más fácil extraer y por tanto de transferir a la sociedad
El estudio ha sido desarrollado por un equipo internacional que coordina la investigadora del I3A Julia Ramírez, publicado en el Journal of the American Heart Association y presentado recientemente en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología
El trabajo de investigación se ha evaluado entre 62.000 personas
El estudio ha sido desarrollado por un equipo internacional que coordina la investigadora del I3A Julia Ramírez, publicado en el Journal of the American Heart Association y presentado recientemente en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología
El trabajo de investigación se ha evaluado entre 62.000 personas
La muerte súbita cardiaca es el fallecimiento inesperado y repentino —sucede en la primera hora desde que se inician los síntomas— de una persona aparentemente sana, que 24 horas antes del evento cardiaco se encontraba bien. Aunque no hay registros oficiales, se calcula que cada año se producen en España unos 30.000 nuevos casos de muerte súbita, según los datos de la Sociedad Española de Cardiología.
La comunidad científica es cada vez más consciente de este problema y, en los últimos años, se ha movilizado para concienciar sobre la situación y realizar actuaciones para mejorar la prevención y atención de la parada cardiaca, principal causa de muerte súbita.
Un nuevo estudio, publicado en el Journal of the American Heart Association, asocia específicamente las variaciones en uno de los índices que se miden en el Electrocardiograma (ECG) con la muerte súbita cardiaca. Esto ha sido posible gracias al desarrollo de un nuevo algoritmo creado específicamente para identificar el riesgo de muerte súbita, ya que hasta ahora los algoritmos que existían no la distinguían bien de otras causas de fallecimiento.
Además, este algoritmo es sencillo de medir, solo necesita un ECG en reposo, mientras que otros algoritmos específicos de muerte súbita requieren pruebas concretas y, por lo tanto, no son tan fáciles de usar en la práctica clínica.
El trabajo de investigación se centra en la forma de una de las ondas del ECG, denominada Onda-T y, por primera vez, se han evaluado los cambios de esa forma en un paciente en reposo con respecto a un electrocardiograma de una persona sana.
Es uno de los principales resultados del trabajo desarrollado por la investigadora del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A) de la Universidad de Zaragoza, Julia Ramírez, en Queen Marie University of London, donde estuvo gracias a una beca Marie Skłodowska-Curie, y también en colaboración con University College London y la Universidad de Oulu.
Este índice del ECG detecta las variaciones morfológicas de la Onda T y tiene mayor valor predictivo de la muerte súbita que otros, pero, además, es de más fácil aplicación clínica y por tanto más fácil de que se pueda acabar usando en la práctica clínica que otras pruebas.
“Los algoritmos desarrollados hasta ahora eran demasiado complejos. Por ejemplo, había que hacer la adquisición de ECG en un momento en el que la persona tuviera cambios en ritmo cardiaco, además de utilizar distintas configuraciones de medida del ECG. Era demasiado complejo como para aplicarse a gran escala en la población”, explica Julia Ramírez, primera autora del artículo recientemente publicado y cuyo trabajo presentó en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología el pasado mes de agosto.
En este artículo, proponen una manera de adaptar ese algoritmo, desarrollado por Julia Ramírez en su tesis doctoral en el grupo de investigación BSiCoS (Biomedical Signal Interpretation and Computational Simulation) del I3A. Cuando estaba realizando su estancia postdoctoral en Queen Mary University of London, propuso esta adaptación para simplificarlo y utilizarlo en un solo latido, con una sola derivación de ECG, que se puede obtener en 10 segundos en reposo, y ahora ha demostrado que predice el riesgo de muerte súbita.
Para ello, han utilizado los datos del Biobanco del Reino Unido, que incluye información genética y de salud de más de medio millón de participantes, del que han evaluado a 60.000 personas sin riesgo aparente, con edades entre los 45 y los 70 años. Además, de un segundo grupo, a partir del estudio ARTEMIS, con 2.000 personas finlandesas con enfermedad coronaria, con una edad media de 65 años, analizados de forma ciega sin conocer a priori los datos de esos pacientes que pudieran haber tenido una muerte súbita.
En ambos grupos de población, el índice propuesto estaba específicamente asociado con riesgo de sufrir muerte súbita cardiaca. “Estos hallazgos indican un fuerte potencial, ya que su algoritmo podría también integrarse fácilmente en relojes inteligentes y dispositivos móviles y detectar esas variaciones en la Onda T del ECG”, explica la investigadora del I3A.
Asimismo, subraya “la importancia del impacto de estos resultados, porque permite un método de diagnóstico simple y económico para estratificar el riesgo temprano de las personas con riesgo de muerte súbita cardiaca. Ahora estamos buscando activamente cohortes adicionales de pacientes y diferentes ascendencias para validarlos”.
Para continuar con esta línea de investigación, cuenta con un contrato Ramón y Cajal. Entre las cuestiones sobre las que quiere seguir profundizando es en esa parte de la enfermedad subclínica que no se ha diagnosticado, “sabemos que la muerte súbita ocurre de repente, sin síntomas diagnosticados. Este índice mide esas condiciones de base que igual no son normales pero que todavía no se han manifestado, no hay ningún signo que te haya hecho ir al hospital para que te hagan una prueba específica”. Además, trabajará para ver “cómo de sensible es este índice a los diferentes subtipos de causas de muerte súbita, si puede detectar más fácilmente una causa genética o en otro tipo de problemas cardiacos”.
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Sobre el Electrocardiograma y la Onda T
La señal del ECG refleja la actividad eléctrica del corazón y la morfología de la onda T refleja la repolarización (vuelta al reposo, después de latir) de los ventrículos. Un mayor valor del índice TMV indica una mayor heterogeneidad eléctrica en los ventrículos y una mayor susceptibilidad a padecer arritmias ventriculares malignas y muerte súbita cardiaca.
¿Qué aporta esta investigación?
• Un índice novedoso, que cuantifica las variaciones morfológicas anormales de la onda T de un solo latido en un ECG de una sola derivación, con respecto a una referencia de normalidad.
• Las variaciones morfológicas de la onda T con respecto a una referencia normal es el único marcador ECG asociado con arritmias ventriculares potencialmente mortales en individuos sin enfermedad cardiovascular, y está fuertemente asociado con muerte súbita cardíaca en pacientes con enfermedad arterial coronaria independientemente del intervalo QT y fracción de eyección del ventrículo izquierdo.
• Las variaciones morfológicas de la onda T con respecto a una referencia normal no se asocian a muerte por otra causa que no sea la muerte súbita cardiaca.
Artículo de investigación
“Las variaciones morfológicas de la onda T del ECG predicen el riesgo de arritmia ventricular en poblaciones de riesgo bajo y moderado”. Ramírez J. et al, Journal of the American Heart Association.
El estudio fue realizado por el "Grupo de electrogenómica", una colaboración conjunta de investigadores de la Universidad Queen Mary de Londres (Julia Ramírez, Patricia Munroe y Andrew Tinker) y UCL (Stefan van Duijvenboden, Michele Orini y Pier Lambiase), junto con investigadores de la Universidad de Oulu (Antti Kiviniemi, Juhani Junttila, Juha Perkiomaki y Heikki Huikuri).