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La amistad, clave en la evolución de la humanidad

Un estudio sobre las “redes sociales del pasado” demuestra que los lazos de amistad han sido y son más decisivos que los familiares para la transmisión del conocimiento

La revista Nature Human Behavior publica una investigación sobre las interacciones entre individuos de poblaciones primitivas del Congo y Filipinas

Jesús Gómez Gardeñes, investigador del BIFI, ha procesado los datos registrados a más de 300 personas a lo largo de una semana en una colaboración internacional

(Zaragoza, miércoles, 29 de marzo de 2017). El ser humano ha tejido redes sociales sin necesidad de las nuevas tecnologías desde tiempos remotos, facilitado así la transmisión cultural humana durante siglos. ¿Cómo han ido evolucionando estas redes hasta nuestros días? ¿Eran muy diferentes de las que usamos hoy? ¿Qué papel han jugado las redes sociales en la evolución del ser humano?

Un estudio sobre el funcionamiento de las interacciones humanas, portada de la revista Nature Human Behavior, revela que las relaciones de amistad fuera del ámbito familiar forman una arquitectura especial clave para la transmisión del conocimiento y constituyen uno de los secretos del éxito humano como especie. Así se desprende de la investigación realizada por Jesús Gómez Gardeñes, del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos de la Universidad de Zaragoza, en colaboración con investigadores del University College y la Universidad Queen Mary, ambas en Londres, en  poblaciones del Congo y Filipinas que aún sobreviven con los mismos usos y costumbres desde hace miles de años.

El joven aragonés del Departamento de Física de la Materia Condensada ha analizado los datos registrados a más de 300 personas durante una semana mediante tecnología de rastreo inalámbrico, desarrollando así el mapa de sus relaciones sociales. Los datos demuestran que en la arquitectura de la red social de cualquier población los lazos más fuertes, es decir, con mayor tiempo de interacción, se centran en el núcleo familiar y solo unos pocos lazos extremadamente fuertes con amigos, no parientes.
 
Esta peculiar distribución de los tiempos de interacción entre los miembros de estas sociedades prehistóricas esconde una razón evolutiva. Según Jesús Gómez Gardeñes, en las que las relaciones de amistad son clave en la transmisión del conocimiento. Cualquier ligero cambio en estas conexiones o en su duración hace que la red pierda su eficiencia para la transmisión de conocimientos y cultura”, señala.
Este trabajo parte de un estudio “in situ” del funcionamiento de un conjunto de tribus de Cazadores-Recolectores en Congo y Filipinas. Estas poblaciones son consideradas fósiles vivientes de las sociedades humanas primitivas que vivieron hasta el final del periodo Mesolítico, hace 10.000 años, previamente a la llegada de la Agricultura. Su supervivencia en algunas pequeñas zonas de nuestro planeta constituye un verdadero tesoro antropológico para el estudio de la organización social en el pasado, la historia evolutiva humana, la creación de cultura acumulativa y la cooperación.

Intentando descubrir los secretos de la supervivencia de estos grupos, se les aplicó un brazalete electrónico que permitiera registrar los encuentros que cada persona tiene en un día. De esta forma registraron todas las interacciones de cerca de 300 personas a intervalos de dos minutos durante 15 horas al día y durante una semana. Con estos datos, fueron capaces de reconstruir y examinar la organización social de ambos grupos con una resolución sin precedentes. 

“En realidad, no importa cuántos amigos tenga cada miembro de la tribu, hay bastante variación en este factor, pero independientemente del número de conocidos siempre encontramos unas pocas relaciones muy fuertes”, puntualiza el investigador Gómez Gardeñes. “Si alteramos estas relaciones clave, la red, aún siendo a primera vista muy conectada y compacta, se convierte en una red poco apta para la propagación de información”.
 
El investigador considera que los resultados apuntan que “no solo nosotros como individuos somos fruto de la evolución, sino que también la arquitectura de nuestras redes sociales es el fruto de un proceso de selección donde el beneficio es la eficiencia del intercambio cultural.”La arquitectura de estas redes prehistóricas ha sido seleccionada de tal forma que estas poblaciones han sabido sobrevivir a plagas, epidemias, sequías, etc. Gracias al conocimiento transmitido y acumulado en esa red social (materializado en plantas medicinales, métodos de pesca y caza, etc), el ser humano pudo evolucionar hacia sociedades más avanzadas.
 
Los investigadores también encontraron evidencia de que la generación de estas redes comienza muy temprano en la niñez. Según Jesús Gómez Gardeñes, "hacer amigos y tener una red de amistad es una adaptación humana importante, que nos ha ayudado a desarrollar la cultura acumulativa, clave en la evolución humana. Hoy en día, disponemos de tecnología para expandir estas redes sociales, aumentando el flujo de información sobre un número mucho mayor de personas. Esto permite a los seres humanos cooperar y trabajar juntos para construir cosas maravillosas. Sin embargo, aunque nuestro número de contactos en las nuevas redes crezca gracias a estos avances, el conjunto de personas con las que socializamos de una forma más auténtica siempre será mucho más reducido. Estos pequeños grandes lazos de amistad son uno de los secretos del éxito humano como especie”, señala
 
 
Enlace al artículo:
Characterization of hunter-gatherer networks and implications for cumulative culture”. Nature Human Behavior 1, 43 (2017).