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Un informe sobre los servicios sociales destaca el agotamiento de los profesionales de este sector debido al sobreesfuerzo realizado desde marzo

El hecho de que los efectos de la pandemia sean generalizados ha traído consigo que muchas personas acudan a servicios sociales sin sentir vergüenza y es valorado como algo positivo por las trabajadoras, que sienten que los servicios sociales están junto a la ciudadanía

Advierten que la situación está lejos de mejorar y que la continuidad de las ayudas económicas y su duración se convierte en una preocupación común en todos los centros de servicios sociales

La Universidad de Zaragoza participa en el proyecto “Monitor de Impacto de la Covid19 en los Servicios Sociales”, realizando entrevistas en 52 centros de servicios sociales de 6 comunidades autónomas, entre ellas Aragón

(Zaragoza, martes, 12 de enero de 2021). Los servicios sociales representan la primera línea del sistema de bienestar y ayudan a construir comunidades saludables. Los primeros efectos de la pandemia se vieron reflejados en el cierre de los centros de servicios sociales, así como en la suspensión de cualquier tipo de atención presencial. Actualmente una progresiva apertura del servicio ha dado lugar a nuevas dinámicas, aunque no se puede hablar de una absoluta vuelta a la normalidad en el servicio.
 
Ana Lucía Hernández, Patricia Eugenia Almaguer y Juan David Gómez, profesores de la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de la Universidad de Zaragoza y miembros del grupo de investigación GESES, han analizado el impacto de la pandemia en los servicios sociales de cincuenta y dos centros de seis comunidades autónomas (Andalucía, Aragón, Baleares, Castilla y León, Euskadi y Madrid) en el informe "Los servicios sociales ante la pandemia: más demandas que atender y más retos ante la complejidad", junto con otras cuatro universidades públicas.
 
Tras la publicación del Primer Informe, que se envió desde la Universidad de Zaragoza como nota de prensa en septiembre de 2020 y que se encuentra adjunto, se ha publicado el Segundo Informe que analiza el alcance de la pandemia y donde se relata cómo ha sido el impacto en los servicios sociales durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2020.
 
La diversidad de los perfiles de personas usuarias y de las demandas se constata en estos meses. La precariedad laboral y social que está provocando la Covid-19 hace que los perfiles de personas usuarias, además de las habituales, esté alcanzando a personas que nunca antes se habían visto en situación de necesidad, sobre todo vinculados a la economía sumergida, familias que no reciben respuesta a la solicitud del Ingreso Mínimo Vital y personas con problemas emocionales vinculados a la pandemia y confinamiento.
 
El impacto que está teniendo la crisis generada por la Covid-19 ha exigido un esfuerzo enorme a los trabajadores y trabajadoras sociales, que advierten que los próximos meses puede traer un aumento notable de ayudas sociales entre aquellas familias cuyos ahorros se han terminado como consecuencia de la finalización de los ERTEs o el cierre de sectores como la hostelería.
 
En cuanto al funcionamiento de los centros de servicios sociales, es imposible hablar de una vuelta a la normalidad total. Aunque los centros hayan ido reabriendo poco a poco y en todos ellos se preste atención presencial, siguen contando con numerosas limitaciones, como la imposibilidad de realizar intervención grupal y comunitaria, la recomendación de evitar las visitas domiciliarias o la priorización del seguimiento a las personas usuarias por vía telefónica o por email. Evidentemente esta falta de la presencialidad en servicios sociales puede traer consecuencias a la hora de valorar situaciones de riesgo. “En una entrevista presencial se puede profundizar más en la raíz del problema, dando lugar a otras posibles dificultades que telefónicamente no se manifiestan y son más difíciles de descubrir”, explica una trabajadora social entrevistada de Andalucía.

La compleja situación que se está viviendo tanto en el sistema sanitario como en el sistema de servicios sociales genera un cansancio y desgaste generalizado entre los y las trabajadoras sociales que se hace más intenso ante la incertidumbre de cuánto durará esta situación. La presión sostenida de todos los meses anteriores acaba por desgastar a unos profesionales cuyo nivel de implicación y responsabilidad es muy elevado, como explica una trabajadora social de Baleares: “Te das cuenta que los servicios sociales, en lugar de ser la primera red es la última red, te crea una sobre-responsabilidad que te supone un estrés de no dejar a nadie sin atender”. Esta sensación de responsabilidad ante las vidas precarias y en riesgo de extrema pobreza de muchas personas usuarias de servicios sociales crea angustia a las trabajadoras. Si en los inicios de la pandemia la percepción era que esto duraría solo un tiempo breve, a medida que pasan los meses esa percepción desaparece y se abre un abismo de incertidumbre, que se suma al cansancio acumulado desde marzo.

A pesar de todo lo expuesto anteriormente, han ido desarrollando estrategias, medidas y herramientas para adaptarse a la nueva situación, diseñando nuevos programas para dar respuesta a las nuevas necesidades sociales. Finalmente, identifican que el hecho de que los efectos de la pandemia sean generalizados ha traído consigo que muchas personas acudan a servicios sociales sin sentir vergüenza. Este hecho es valorado como algo positivo por las trabajadoras sociales que sienten que los servicios sociales están junto a la ciudadanía. “Hay personas que se han atrevido a dar el paso porque ahora la situación les ampara: Si voy con el resto de las demandas se nota menos. Esto es algo positivo” explica una trabajadora social de un distrito madrileño.
 
El estudio, financiado por el Instituto de la Administración Pública (INAP), seguirá en funcionamiento hasta septiembre de 2021, y realizará un seguimiento detallado de cómo estos servicios se están enfrentado a los retos derivados de la pandemia, dando visibilidad al esfuerzo, dedicación e implicación de las profesionales de los servicios sociales, porque como cuenta una trabajadora social de Aragón, “todo irá a peor, pero vamos a dar la batalla. No hay que aceptar las cosas como están. Las trabajadoras sociales no podemos quedarnos de brazos cruzados, tenemos que estar siempre al lado de los ciudadanos”.
 
 
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